Roldán + Berengué Arquitectes son artífices de un proyecto que transforma la nave G de la antigua fábrica de Fabra & Coats en Barcelona, de 1905, en un contenedor que alberga 46 viviendas sociales para jóvenes, 5 de ellas como residencia temporal para artistas, y la sede de la "Colla Castellera Jove", que ocupa una ampliación de la nave datada en 1950
El antiguo almacén de hilo pasa así a formar parte de la red de "las fábricas de la creación de BCN", que pretende aportar al barrio de Sant Andreu más de 28.000 m2 en equipamientos y viviendas asequibles para determinados grupos sociales.
El edificio original es una nave longitudinal de 100 m de largo y 15 m de ancho por 11 de altura, configurada por recios muros de fábrica de ladrillo macizo de 45 cm de grosor, y una estructura metálica compuesta por 24 cerchas distanciadas 3,36 m entre sí, que soportan una cubierta inclinada a dos aguas rematada con teja curva.
El proyecto muestra el máximo respeto a la preexistencia, apostando por una actuación reversible que permita devolver al edificio a su estado original si en un futuro así se requiere. Para ello apuesta por una construcción ligera en seco, que utiliza algunos materiales ya presentes, como el acero laminado o las fábricas de ladrillo cerámico, y otros como la madera, que permite crear una nueva estructura ligera que no sobrepasa la capacidad portante del edificio original, permitiendo desdoblar las 2 plantas originales en 4 niveles que albergan las cédulas residenciales.
Estas nuevas cédulas se apilan unas sobre otras, a modo de “castellets”, retranqueándose respecto a la envolvente original, creando una nueva fachada interior, disponiendo entre el doble cerramiento los corredores de acceso.
De este modo, gracias a la gran inercia térmica proporcionada por la envolvente original, y el aislamiento del nuevo cerramiento de madera, se crean unas viviendas eficientes que minimizan el consumo energético necesario para la climatización de los espacios interiores en todas las épocas del año.
La ventilación y la luz natural queda garantizada gracias a la existencia de grandes ventanales en la fachada original, que permiten iluminar las estancias interiores a pesar de la existencia del doble cerramiento.
El acceso a los corredores se produce por escaleras metálicas que recorren los laterales de los espacios comunes creados en los distintos niveles del edificio, que se disponen de forma escalonada partiendo de un gran hall de acceso situado en el centro de la planta baja del edificio.
Estos espacios, junto con la sede de la "Colla", fomentan la relación social entre los habitantes y entre los artistas, además de comunicar visualmente los distintos niveles del edificio, ofreciendo visuales de la cubierta desde la planta baja, permitiendo así disfrutar de la riqueza espacial del edificio original. Así mismo, ofrecen zonas donde poder realizar exposiciones temporales o celebrar actividades de cualquier otra índole.
Imágenes de Jordi Surroca