La Capilla Salgenreute, diseñada por Bernardo Bader Architects, es una sencilla construcción en madera que reinterpreta de forma expresiva la arquitectura eclesiástica y vernácula del lugar, una topografía alpina en Nagelfluhrücken, cerca de Krumbach.
Se trata de un edificio independiente que ocupa la huella de la antigua capilla de 200 años de antigüedad que no fue posible rehabilitar, en mitad de un prado verde rodeado de masas forestales.
La capilla, construida gracias a la colaboración de más de un centenar de voluntarios, entre los ciudadanos de Krumbacher, los artesanos y el arquitecto, está materializada íntegramente con madera, asentada sobre una base de piedra caliza de Alberschwende colocada en seco, que la eleva ligeramente del terreno.
La materialidad escogida, listones horizontales de alerce que protegen el interior de la intemperie, permite al edificio integrarse en el lugar. Los arquitectos contaron con la pátina que el tiempo otorgará a la envolvente, que oscurecerá de forma desigual en función de la orientación de cada fachada, tendiendo a una tonalidad negra en el lado sur y plateada al norte.
A pesar de ocupar el lugar de la antigua capilla, la configuración espacial es totalmente nueva, compuesta por una única nave cubierta por un techo a dos aguas con una profusa inclinación, y un ábside creado por el abocinamiento del volumen, tanto en planta como en sección.
Los acabados interiores se realizan con paneles de abeto con un acabado natural, sin tratar.
La madera clara se convierte en la protagonista no sólo de los paramentos, sino también del mobiliario, conformando los bancos situados a ambos lados del pasillo central de la nave, como si estuviesen esculpidos de la propia madera del cerramiento lateral.
La capilla dispone únicamente de dos huecos, el gran portón de latón de acceso al interior, que se retranquea ligeramente respecto de la línea de fachada para configurar un pequeño porche cubierto, y la ventana situada en el otro extremos del eje longitudinal, que inunda el altar de luz natural otorgando un énfasis a este espacio, y conecta a los fieles con la naturaleza circundante del lugar.
Además, el volumen del ábside queda destacado no sólo por los planos inclinados que lo delimitan, sino que se enfatiza con un tratamiento distinto de la madera, tintada de blanco, de modo que refleja todavía más la luz procedente de la ventana trasera.
Imágenes de Adolf Bereuter