Desde su concepción en 1954, el espacio de AZCA ha sido objetivo de críticas y propuestas de toda clase. Sin embargo, pocos son los conocedores de lo que debería ser el corazón de esta gran manzana y que nunca llegó a construirse
Corría el año 1954 cuando el arquitecto Antonio Perpiñá se proclamó vencedor de un concurso con el que se pensaba que iba a construir su Rockefeller Center particular. Su proyecto, diseñado para dar vida a la “Asociación Mixta de Compensación de la Manzana A de la Zona Comercial de la Avenida del Generalísimo”, más bien conocido por todos como AZCA, pretendía dotar de vida al nuevo ensanche mediante zonas comerciales, lo que permitiría descongestionar el centro de la ciudad de Madrid.
Imagen de RENAZCA
Sin embargo, no fue hasta 10 años, y múltiples modificaciones, que se aprobó la ejecución de este gran espacio en una de las zonas en mayor ebullición de la ciudad de Madrid.
La propuesta definitiva incluía en su programa una serie de anillos subterráneos dotados de aparcamientos para todas las torres de negocio que iban a ser ubicadas en la zona, así como una gran estación ferroviaria, dos niveles de pasos peatonales y por último, y en este caso si menos importante, una serie de espacios de dotación entre los que se incluían un jardín botánico, una biblioteca y un gran Teatro de la Ópera.
¿Por qué decimos “menos importante”? Pues por el simple motivo de que ninguno de estos elementos dotacionales llegó a ver la luz en dicho complejo.
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En este caso vamos a centrarnos en el que estaba planteado como corazón de AZCA, el gran Teatro de la Ópera, por dos motivos: primero por el motivo que llevó pensar en la construcción de un Teatro de la Ópera cuando la ciudad de Madrid ya contaba con el Teatro Real, y segundo por la no construcción del mismo.
Imagen de Kronoshomes
El hecho de que el gobierno franquista se plantease la construcción de un nuevo Teatro de la Ópera se basaba en el decadente estado en el que se encontraba el Teatro Real, el cual había sufrido problemas estructurales desde su origen, y su empleo como polvorín durante la Guerra Civil Española.
Es por ello que el General Francisco Franco decidió replantearse la idea ya presentada de manera previa por otros mandatarios, de derribar el Teatro Real para ampliar los jardines de la Plaza de Oriente, conectando así esta zona con la Plaza de Isabel II.
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Con la idea del derribo en mente, y la posibilidad de dotar a AZCA de un gran espacio central que no dejara indiferente a propios y extraños, salió a concurso el diseño para el Gran Teatro de la Ópera de AZCA, al cual se presentaron nombres tales como Corrales y Molezún, Fernando Higueras, Alejandro de la Sota, Rafael Moneo, etc…
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De los más de 400 proyectos que tomaron parte en el concurso, podemos encontrar verdaderas joyas arquitectónicas. Muestra de ello es el diseño de Fernando Higueras, mezcla entre su más que conocida Corona de espinas y el edificio polivalente de Montecarlo, o diseño de líneas elegantes planteado por Miguel Fisac.
Uno de los diseños más impactantes fue la denominada Opera-Montaña de Juan Manuel Fullaondo, cuyo impacto visual iba en relación a su magnitud.
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El primer premio del concurso fue a parar a manos de tres arquitectos polacos, lo cual no dejó indiferente al gobierno de la época, cuya mano llegó a tal extremo que, si bien el premio del concurso fue entregado al equipo formado por Jan Boguslawski, Bohdan Gniewiewki, Marcin Boguslawski y la escultora Marja Leszczynska, la construcción de dicho proyecto les fue negada, pasando esta opción a los diseñadores del segundo premio, Barberá y Holzmeister.
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El proyecto de este equipo de arquitectos seguía una línea muy racionalista a nivel de diseño, pero el presupuesto, al igual que ocurre con muchas de las propuestas de los concursos, se alejaba tanto de la realidad económica, que impidió que este centro vital del complejo de AZCA se llevará a cabo.
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Por este motivo, el dinero que la Fundación March había puesto para la construcción de este nuevo teatro de la Ópera, fue invertido en la rehabilitación del Teatro Real, dotándole de una nueva vida a este edificio que en la actualidad suma más de 170 años de historia.
Fotografías RENAZCA, Kronoshomes y Vaumm