Las Bodegas Ceresè diseñadas por Studio Pizzi, caracterizadas por su cubierta flotante y la cuidadosa integración con los viñedos circundantes, han sido galardonadas con el Premio de Arquitectura italiana 2024
En el corazón del Parque Natural de Montevecchia, en Lombardía, se erige la Bodega Ceresè, un proyecto que marca un hito en la arquitectura contemporánea italiana. Diseñada por el arquitecto Pietro Martino Federico Pizzi, del estudio milanés Studio Pizzi, esta bodega destaca por su diseño contemporáneo y por su capacidad de integrarse con el paisaje de manera sutil y efectiva.
La obra ha sido galardonada como la mejor arquitectura nueva del año en Italia, ganando el Premio de Arquitectura Italiana 2024. Las tres menciones de honor fueron para el Bicocca Superlab de Balance Architettura, la Biblioteca Cívica de Bressanone de Carlana Mezzalira Pentimalli y el Heat Garden del arquitecto turinés Luciano Pia.
La bodega Ceresè se desarrolla en dos niveles principales, con una organización espacial que responde tanto a las necesidades funcionales del proceso de producción vinícola como a una interpretación poética del entorno. La planta baja, siguiendo la topografía del terreno, está parcialmente enterrada para minimizar su impacto visual y alberga las áreas de producción. Asimismo, la planta superior se presenta como una plaza cubierta que se abre al paisaje circundante.
Los recorridos y sucesión de espacios han sido concebidos con la idea de realizar un paseo arquitectónico, siguiendo la filosofía del maestro suizo Le Corbusier.
El elemento más característico de la bodega es su cubierta: una delgada lámina de hormigón armado con doble curvatura, pigmentada en un distintivo tono rosado. Ésta parece flotar sobre el viñedo, sostenida por esbeltas columnas de acero corten. En su centro, una gran abertura circular enmarca el cielo y dirige la mirada hacia el santuario de la Madonna del Carmelo en la cresta de Montevecchia, creando una poderosa conexión visual con el paisaje.
Desde el oeste, los visitantes acceden directamente al nivel superior, entrando en la plaza cubierta diseñada para eventos. Este espacio abierto, recuerda un claustro circular y está rodeado por un volumen acristalado con espacios comerciales y dedicados a degustaciones de vino. El perfil bajo de la cubierta refuerza la relación con los viñedos circundantes y los centros históricos vecinos, enfatizando el compromiso del proyecto con la integración paisajística.
La atención por los materiales utilizados es otra característica del edificio y se inspira en su contexto. Los muros del nivel inferior están realizados con ladrillo visto siguiendo un patrón alternado que confiere una textura muy interesante a la fachada y al mismo tiempo, rinde homenaje a las casas de campo tradicionales de la región. A medida que el edificio emerge del suelo, transita hacia un hormigón armado pigmentado en tonos terrosos, reflejando los suelos arcillosos locales. Esta progresión material no solo vincula las bodegas con su emplazamiento, sino que también crea un sutil juego de luces y sombras en las fachadas.
El interior de la bodega está organizado en siete naves longitudinales que evocan la arquitectura eclesiástica tradicional. Un camino transversal conecta estos espacios, guiando a los visitantes a través del proceso de elaboración del vino. La primera nave alberga espacios expositivos, exhibiendo las colecciones artísticas de la bodega y acogiendo actividades culturales. Las siguientes naves acomodan laboratorios, almacenamiento en frío para uvas recién cosechadas, áreas de almacenamiento de vino, y culminan con un espacio abovedado reservado para el envejecimiento en barricas.
El diseño del Studio Pizzi demuestra una gran sensibilidad respecto a la iluminación natural. La primera y la última nave se benefician de iluminación cenital, con claraboyas que bañan las paredes y resaltan la textura de las paredes. En la sala de barricas, una sucesión de arcos de hormigón visto define el espacio, creando un juego rítmico de luz y sombra.
Una escalera helicoidal de acero corten permite la circulación entre plantas conectando el sótano, la planta baja y la cubierta accesible, y ofreciendo una experiencia dinámica de los diversos niveles y funciones de la bodega.
La sostenibilidad es parte integral del diseño. La cubierta verde incorpora flores silvestres locales, mejorando la biodiversidad y el rendimiento térmico del edificio, y al mismo tiempo, se alinea con los esfuerzos de conservación del parque natural.
El proyecto demuestra una profunda comprensión de los factores sociales, económicos, culturales y naturales que definen el sitio. Studio Pizzi ha creado una estructura que está profundamente arraigada en su territorio pero que también es innovadora en su ejecución, cumpliendo su propósito funcional.
La obra se presenta como un claro ejemplo de cómo la arquitectura puede trascender su función básica para convertirse en un componente esencial del entorno natural, no solo respetando el territorio sino que también puede mejorarlo, creando una relación simbiótica entre arquitectura, función y naturaleza.
Studio Pizzi
Escrito por Aina Pérez i Verge desde Turín
Fotografías de Luca Bosco