Una casa en la playa de Parsonson Architects, en Te Horo Beach, Wellington, Nueva Zelanda, crea un retiro perfecto que demuestra que la buena arquitectura no está reñida con los espacios reducidos.
El proyecto, recientemente galardonado en los Premios de Arquitectura NZIA Wellington 2018, es una pequeña casa de vacaciones de 87 m2 para una familia y sus dos hijos pequeños, ubicada en una zona costera al norte de Wellington. Se implanta en un entorno privilegiado, entre dunas salvajes, disfrutando de las vistas del mar.
El desarrollo de la vivienda en una sola planta configura una pastilla rectangular con dos fachadas principales, con orientación este-oeste, permitiendo que todas las estancias sean pasantes y disfruten de las mejores vistas del entorno, mientras que los testeros son totalmente opacos, disponiendo uno de ellos un adosado a modo de cobertizo, con una singular forma triangular.
La casa cuenta con un espacio diáfano en la zona central, ocupado por el programa de día, el salón, el comedor y la cocina, que se extienden hacia sendas terrazas exteriores, permitiendo a estos espacios disfrutar de la luz de ambas orientaciones.
En los extremos se encuentran dos dormitorios dobles, precedidos por los baños, otorgando cierta privacidad a los espacios de noche gracias a estos espacios de transición. Incluso se rompe la conexión visual entre los pasillos que acceden a ambos dormitorios creando una circulación diagonal entre los mismos a través de la zona de día.
El edificio se diferencia de otras construcciones cercanas gracias al juego de volúmenes, de gran sencillez a la par que original, así como por las texturas y colores creados con los materiales de la envolvente. La parte ciega de la fachada la constituye un panelado en tonos cálidos y suaves, que alterna el color blanco y el beige, enmarcado con listones verticales que que crean una modulación en la fachada, en la que se van integrando los huecos de puertas y ventanas, a la vez que introducen una nueva paleta de tonos, azules y tostados, apreciados tan sólo en la imagen en perspectiva de la casa, pasando desapercibidos en su visión frontal en alzado.
Los testeros se resuelven con una chapa ondulada color gris antracita, mismo material que resuelve la sencilla cubierta inclinada.
Esta misma gama de colores se repite en los acabados interiores de los paramentos, así como en el panelado de los muebles de cocina y baños y en el mobiliario, creando un ambiente acogedor, fresco y agradable.
La madera es la otra gran protagonista, cubriendo suelos y techos, así como materializando la mayor parte del mobiliario.
Imágenes: Paul McCredie