Casa parásito de El Sindicato ArquitecturaEl Sindicato Arquitectura realiza una casa parásito con el objetivo de densificar las ciudades latinoamericanas. Esta vivienda de 12m² representa un gran ejemplo del arte de vivir con lo esencial
En Ecuador, como en muchos países latinoamericanos, la expansión y el crecimiento urbano se producen de una manera informal y precaria. Incluso las ciudades importantes como Quito tienen densidades de población realmente bajas, lo que supone un fuerte impacto en la exuberante biodiversidad ecuatorial y contribuye a la crisis ambiental planetaria.
A partir de esta premisa, el estudio de arquitectura El Sindicato propone invertir en la repoblación de zonas consolidadas con soluciones innovadoras, económica y ecológicamente responsables y con capacidad de atracción para los jóvenes.
El proyecto de la Casa Parásito, está situado en el barrio de San Juan, uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad, popularmente conocido como “el balcón de Quito”. Esta pequeña casa de 12 m2 de superficie, colocada en una de las numerosas azoteas planas desocupadas de la ciudad, tiene como objetivo convertirse en el prototipo del que podría ser un recurso estratégico para la densificación urbana.
La estrategia de yuxtaponer una capa adicional sobre una construcción existente permite una mayor sostenibilidad a diferentes niveles: se evitan la especulación de la tierra y la expansión urbana, se ofrece un potencial significativo de ahorro financiero con el uso de las instalaciones y la infraestructura existentes, y además, se brindan oportunidades de vivienda asequible para la población.
La Casa Parásito está concebida como un objeto mínimo de diseño con la función de resolver las necesidades de habitabilidad básicas de una persona o pareja joven. En esta área reducida se incluyen un baño completo, una cocina, espacio para almacenamiento, una cama y un espacio de estar que permite comer, trabajar o socializar.
Como otros ejemplos de viviendas o artefactos parasitarios, la casa depende del edificio anfitrión para el apoyo y los servicios.
Los arquitectos diseñaron una estructura de madera en forma de A que crea un espacio interior abierto, permitiendo aprovechar al máximo toda la superficie. En palabras de los autores “el concepto surge de la búsqueda del espacio óptimo de habitabilidad de acuerdo con las actividades que se realizan en él”.
El proyecto plantea un rectángulo central donde se desarrollan todas las actividades de pie y desde donde se utilizan o se accede a todos los espacios de servicio como la cocina, el baño, la cama, el almacenamiento o el escritorio. Los espacios utilitarios adyacentes al rectángulo central están ubicados en triángulos y romboides que aparte de contener las zonas de servicio, brindan estabilidad a la estructura.
Los cuatro pórticos estructurales componen los tres módulos de la vivienda que combinan un espacio más libre y versátil en la zona del rectángulo central, con las zonas utilitarias, consiguiendo maximizar el uso del volumen y disminuir el área construida. Asimismo, a pesar del enfoque minimalista del proyecto, el prototipo está diseñado para ser modificado y personalizado según las necesidades de los usuarios.
Las fachadas Norte y Sur permiten la iluminación natural de la vivienda y la ventilación del espacio. La fachada Norte se abre con un gran ventanal hacia las espectaculares vistas de la ciudad y a los volcanes Cotacachi, Imbabura, Mojanda y Cayambe. La fachada Sur se compone de una pared de vidrio esmerilado que se ilumina de noche pero al mismo tiempo permite la privacidad frente a las casas vecinas.
En cambio, las fachadas Este y Oeste son opacas para evitar el sol directo y han sido construidas con paneles metálicos que crean una cámara de aislamiento de 12 cm entre ellos y la estructura, espacio que ha sido rellenado con fibra de coco. Los acabados del interior se han realizado con paneles contrachapados de OSB.
Todos los componentes son prefabricados y fáciles de ensamblar para facilitar la replicación del módulo en un futuro.
Ilustración de Carlos Valarezo
El proyecto fue galardonado con un Holcim Award Latinoamérica en 2021. El jurado aplaudió esta interesante propuesta no solo por su arquitectura sino, sobre todo, por cómo cuestiona la actitud del consumidor actual hacia la manera de diseñar los espacios habitables. El enfoque minimalista perseguido por los autores se consideró receptivo y provocador, y muy efectivo para mostrar que es posible vivir con menos. De hecho, algunos aspectos de este proyecto recuerdan mucho Le Cabanon, el microcosmos y refugio en el que Le Corbusier pasó los últimos años de su vida, y un gran ejemplo del arte de vivir con lo esencial. Porque como nos recuerdan los arquitectos de El Sindicato con una citación de Mujica parafraseando Séneca: “Pobre no es el que tiene poco, es el que necesita mucho”.
El Sindicato Arquitectura
Escrito por Aina Pérez i Verge
Fotografías de Andrés Villota
