El edificio San Pedro, situado en pleno casco urbano de Santa Pola, Alicante, es una vivienda unifamiliar obra del joven estudio de arquitectura Briq Arquitectos, que representa la más pura esencia de la arquitectura mediterránea.
Se trata de un edificio situado en una pequeña parcela entre medianeras, con menos de 6 metros de fachada exterior, de cuatro plantas de altura. El programa se organiza en torno a un patio central, que permite aumentar la superficie de fachada y la iluminación y ventilación de los espacios interiores. Destaca por el tratamiento de la envolvente del edificio, tanto de la fachada exterior como de las interiores, en las que se consigue una composición sencilla pero de gran expresividad, utilizando sistemas constructivos tradicionales y tan habituales en la arquitectura mediterránea como las celosías cerámicas o las contraventanas de madera.
El cerramiento de fachada combina tres sistemas: paños macizos ciegos, otros macizos pero calados, y los huecos. Los primeros se resuelven con un acabado monocapa blanco, los segundos con una celosía de piezas prismáticas cerámicas de color miel, y los huecos se cierran, en las plantas primera y segunda con ventanas de carpintería de aluminio y vidrio, y en el ático queda abierto a la terraza superior, protegido con una barandilla metálica. En los tres niveles se dispone una guía metálica por la que corre un bastidor con lamas de madera para matizar la entrada de luz en el interior, que a su vez proporciona ritmo a la fachada. Únicamente el balcón del segundo piso sobresale del plano de fachada, experimentando un ligero giro que aumenta la sensación de movimiento.
Los cerramientos interiores mantienen la misma idea que la fachada principal, con una composición de huecos aparentemente aleatoria, que combinan de nuevo la carpintería de aluminio y vidrio con las celosías cerámicas, permitiendo la iluminación y ventilación de las estancias, pero manteniendo a la vez la privacidad de sus ocupantes.
Los acabados interiores mantienen el mismo carácter que la envolvente, creando un ambiente cálido y de gran sencillez, con paramentos enlucidos en blanco, pavimentos laminados de madera y forjados de viguetas y revoltones cerámicos vistos pintados nuevamente de blanco.
Los matices y juegos de luces que se crean en el interior de las estancias hacen patente el clima mediterráneo de la zona.
Fotografía: Agustín Arroyo
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