El fenómeno Urban Farming se ha extendido por todo el mundo en los últimos años, como una solución sostenible que aúna arquitectura, ecología, eficiencia energética y alimentación saludable.
Las ventajas que ofrecen los sistemas de cubiertas ajardinadas son indiscutibles. Destacan principalmente el aislamiento térmico añadido gracias a la capa de tierra vegetal dispuesta, el consumo de CO2 y el aporte de oxígeno por parte de las plantas, purificando el aire y mejorando su calidad, a la vez que se refresca el entorno próximo a las zonas verdes.
Si a estas ventajas arquitectónicas sumamos el concepto de alimentación saludable, y en relación a éste, el de huerto urbano, las cubiertas verdes de los edificios proporcionan un espacio adecuado para sumar nuevos beneficios al tradicional sistema constructivo de cubierta vegetal, sustituyendo la plantación de otras especies en favor de verduras y hortalizas. Estos productos no pueden considerarse ecológicos debido a que se plantan en un sustrato de tierra que descansa sobre una superficie de hormigón, no en el terreno natural propiamente dicho, pero ello no supone una reducción de su calidad.
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Numerosas ciudades en todo el mundo se están sumando a la iniciativa de convertir las cubiertas de los edificios en zonas verdes, especialmente en zonas de cultivo, que abastezcan a su vez a los residentes de dichos edificios de productos frescos saludables. Entre ellas, Madrid y Barcelona cuentan con algunos ejemplos destacables, como es el caso del Hotel Wellington de Madrid, donde se encuentra uno de los huertos en cubierta más conocidos del país, con un área de 300 m2 de hortalizas y hierbas aromáticas de diversas especies.
Por otro lado, podemos mencionar la reforma del Mercado de la Vall d’Hebron, que entre las mejoras realizadas incluye un huerto urbano situado en la cubierta, apostando por esta solución como una vía más que aceptable a seguir en el campo de la rehabilitación arquitectónica.
Imagen: Ajuntament de Barcelona / Creative commons
Existen diversas actuaciones a nivel europeo en cubiertas de edificios, tanto unifamiliares como plurifamiliares, en las que se han instalado huertos urbanos. Entre estas iniciativas en tipología residencial queremos destacar un proyecto de investigación llevado a cabo en colaboración con estudiantes de la Universidad de Rotterdam, Holanda, en el se construyó una vivienda de madera y vidrio a modo de auténtico invernadero, con un huerto integrado en la cubierta, donde la familia que ha residido a lo largo del estudio ha podido cultivar sus propios alimentos.
La idea no es sólo válida para las tipologías residenciales, dando servicio a nivel doméstico, sino que supone una alternativa para las grandes superficies de comercio alimenticio, permitiendo en este caso que la producción de diferentes vegetales y hortalizas se haga in situ, en la propia cubierta del edificio. En este caso, se garantiza la venta de productos totalmente frescos, puesto que pueden ser recolectados y puestos a la venta de forma casi inmediata, reduciendo incluso los costes del producto gracias a la eliminación de los costosos gastos de desplazamiento. Algunos supermercados estadounidenses pusieron en práctica esta medida hace ya algunos años, como es el caso de Whole Foods, una de las grandes superficies de Lynnfield, Massachusetts. Destacan además, entre los beneficios mencionados, el ahorro energético gracias al eficiente aislamiento obtenido y el óptimo aprovechamiento del agua de lluvia para el riego natural de los cultivos.
En Europa, el supermercado belga Delhaize, en la ciudad de Boondael, puso en práctica esta forma producción alternativa en verano de 2017, aprovechando de ese modo su extensa cubierta de 1050 m2.
Los cultivos pueden estar al aire libre, siempre que las condiones ambientales sean las adecuadas, o crear invernaderos propiamente dichos que permitan controlar la temperatura, la humedad y el viento, alcanzando una producción más eficiente.