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El pensamiento utilitario

El pensamiento utilitario: Artículo de opinión del arquitecto José Manuel Sanz para Arquitectura y Empresa

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El pensamiento utilitario: Artículo de opinión del arquitecto José Manuel Sanz para Arquitectura y Empresa

José Manuel Sanz el pensamiento utilitario

Alguna vez me ha dado por pensar que hay demasiada gente que emplea poco tiempo en pensar.

No quiero decir que la gente no use la cabeza no, sino que el pensamiento ha adquirido en nuestro tiempo un recorrido demasiado corto y utilitario. Pensamos cómo llegar a tal sitio, cómo resolver un problema en nuestro trabajo, qué regalarle a un familiar o un amigo por su cumpleaños, cómo conseguir que el potaje nos quede más suave que la última vez o cual es la aplicación o truco no descubierto de nuestro portátil o del teléfono que nos va a hacer definitivamente “felices”.

Llenamos el tiempo de tantas cosas…. que el día no nos da. Tantos correos que contestar, tantas llamadas que atender, tanta información en las redes o en los medios, tantos eventos de trabajo o familiares…. nos hace apuntar más cosas en la lista de las que tachamos. (Tal vez no pueda definir mejor el estrés).

Si eres eficaz, estás perdido, porque cuantas más cosas resuelves más útil serás para descargar los quehaceres de otros…. y más llenarás la lista. Incluso lo específico de nuestro trabajo se resiente, no digamos si se trata de un trabajo creativo.

El día, que nace y muere con algunas rutinas imprescindibles, tiene cada vez más cosas en medio.

La propia necesidad de “optimizar” (palabra horrible, sinónima de estrés) ese tiempo escaso, hace que empecemos por ordenarlo en función de su utilidad práctica inmediata y que aparquemos ese otro “inútil” que necesitamos para nosotros.

Seguramente todo aquello es necesario, pero resultamos, a la postre, los grandes olvidados de nosotros mismos.

Y es que creo que el individuo, el yo, parece estar siendo invadido por el mundo que hemos sido capaces de crear. La tecnología a nuestros pies nos da la oportunidad de estar a todo, a todos y en todas partes. Pero el tiempo se colmata, no llegamos a abarcar todo lo que se nos ofrece y la necesidad de elegir y de rechazar, a veces con su carga de angustia, nos agota.

Incluso se está haciendo patente una “enfermedad” social – especialmente en mucha gente joven – que busca desesperadamente a través del móvil la visibilidad y el contacto con un mundo en el que se sienten ignorados. El “horror vacui” del tiempo, el miedo a desaparecer, pero también a encontrarnos con nosotros mismos en ese tiempo vacío que debería pertenecernos pero del que huimos, escépticos, para llenarlo compulsivamente de eventos.

Yo creo que deberíamos pensar en esto y avanzar un paso hacia una sociedad post-tecnológica en la que superada la admiración – más bien reverencia o mejor aún dependencia – usemos lo utilitario de la tecnología para seleccionar y ahorrar tiempo, ¿no nació para eso?.

Podríamos utilizar ese tiempo recuperado en nosotros, para conocernos mejor, pensar lo que hacemos, relacionarnos con los demás con sosiego, ser creativos, crecer y cimentar nuestra personalidad frente al peligro de la pasividad y la manipulación que nos acecha y nos hace dóciles e indefensos.

José Manuel Sanz

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