La escuela infantil La Ruche en Perthes, diseñada por Tracks Architects, se inspira en la volumetría y el perfil típico del centro histórico de la ciudad para crear un espacio acogedor adaptado a la escala de los niños.
El edificio se extiende de oeste a este, en paralelo al camino peatonal que da acceso al patio de recreo, a través del cual se llega al edificio, que dispone de dos entradas distinguidas por edades.
La longitudinalidad del edificio queda rota por su concepción a modo de casas en hilera, como un conjunto de módulos rematados por cubiertas a dos aguas con una fuerte pendiente, que crea un perfil a modo de cabaña que alude a la tipología residencial tradicional de la zona, haciendo que los niños se sientan en casa.
Los distintos módulos adaptan su altura y su amplitud al uso que albergan, respondiendo de este modo a las necesidades del programa.
Todas las aulas se abren hacia el patio de juegos, estableciendo una conexión visual constante entre interior y exterior a través de grandes ventanales dispuestos en la fachada principal, que además inundan de luz natural el interior, proporcionando espacios luminosos y cálidos.
Además, en las cubiertas inclinadas se disponen lucernarios que constituyen otro foco de entrada de luz natural, en este caso cenital, iluminando la parte más interna de las aulas.
El espacio de cada cédula docente es totalmente diáfano, a excepción del acceso, un módulo de almacenamiento disponible para cada aula, que se percibe desde el interior como una caja insertada en el aula, que reproduce la forma de la misma pero escalada a menor tamaño, una casita dentro de la casa.
Los elementos de división vertical se conciben como tabiques técnicos que incorporan mobiliario y espacios de almacenamiento para las aulas.
Todas las unidades docentes quedan comunicadas gracias a un corredor que recorre la banda paralela a la fachada trasera.
El edificio está construido por una estructura de madera que tiene una gran presencia en el conjunto, tanto en el interior como en el exterior, quedando una gran parte de sus elementos constituyentes vistos, desnudos.
La madera no sólo está presente en la estructura, sino que materializa también los marcos de las ventanas, las puertas y una gran parte de los acabados, tanto interiores como exteriores.
Entre ellos destacan los pavimentos de madera laminada y los acabados interiores de las cubiertas, que disponen de paneles de madera con un núcleo de lana de roca que proporcionan un gran confort acústico, absorbiendo la reverberación en el interior de las aulas.
El acabado de madera en suelos y techos contrasta con el blanco neutro de los elementos verticales, las paredes.
En el exterior, el cerramiento de fachada se resuelve con láminas de alerce que se disponen verticales o inclinadas, siguiendo la dirección de las cubiertas o perpendiculares a ellas según el paño, creando un atractivo juego geométrico en todo el edificio.
Los listones guardan una separación equidistante entre sí que permite ver el cerramiento de fondo pintado de negro, sobre el que destaca el acabado natural de la madera.
Los gabletes de cada aula disponen de un elemento de referencia para guiar a los niños durante el retorno al aula desde el patio, un insecto, que hace referencia al nombre de la escuela.
Las cubiertas inclinadas se revisten con una chapa de zinc, reforzada con resaltes, en la que se integran los lucernarios.
El patio de la escuela dispone de un pavimento de tierra natural, quedando tan sólo pavimentado con una solera de acabado rayado la banda que comunica el acceso al patio con la entrada principal del edificio.
En la parte trasera se encuentra una terraza exterior pavimentada con una tarima de madera, sobre la que descansan unas jardineras elevadas donde realizar juegos educativos, como plantar huertos urbanos.