Un proyecto en el que la arquitectura sostenible y la ecología no están reñidos con el diseño y el lujo, un hotel exclusivo que ofrece todas las comodidades mientras cuida del entorno cercano y del medio ambiente en general.
Finolhu Villas, un complejo flotante sobre el agua en la zona Kaafu Atoll de las islas Maldivas, un proyecto que fue diseñado por Yuji Yamazaki Architecture con el menor impacto posible en el prístino entorno que lo rodea. El complejo, situado en una isla de trece hectáreas, es no sólo una escapada de de primera clase, sino un ejemplo de cómo la independencia energética puede lograrse incluso en un entorno desafiante para el desarrollo. Nombrado como el primer hotel de cinco estrellas a nivel mundial completamente accionado por energía solar, un proyecto en el que se demuestra que el lujo no debe ser sacrificado en nombre de la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente.
Este proyecto fue para Yamazaki un sueño hecho realidad, según el arquitecto, la posibilidad de imaginar un resort en este magnífico entorno y experimentar para llegar a afrontar el reto de la independencia energética ha sido una oportunidad única.
Los paneles solares del proyecto son tratados como un elemento de diseño situados como cubierta de la pasarela que conecta cada una de las villas independientes y cubierta de las zonas comunes. Dichos paneles generan alrededor de un megavatio de energía por día, más de lo que es necesario para el complejo entero. El exceso de energía se almacena para los días lluviosos o nublados. La isla también tiene un tanque de desalinización que produce un suministro de agua autosuficiente, un sistema de gestión eficiente de los residuos, y paisajismo diseñado para minimizar la erosión. Yamazaki ha incorporado las características sostenibles de la propiedad en un diseño que lleva el lujo a la vanguardia.
En la zona del embarcadero central existen 52 villas que se ramifican hacia el agua al igual que las vértebras de la columna vertebral. Las villas están dotadas de techos con una altura de hasta tres metros y medio que curvan hacia arriba como las crestas de una ola, estos techos están cubiertos con tejas para reflejar las construcciones tradiciones locales. Las villas equipadas con tres habitaciones cada una, con una playa privada y una piscina privada, incluyen magníficas vistas ya sea a un despejado amanecer o atardecer cada día. Para aquellos clientes que se cansan de tranquilidad en privado, también hay un restaurante central, un bar con zona de piscina, spa y gimnasio privado del hotel.