El Institut Forêt - Bois - Papier, es una de las infraestructuras del Campus de l'ENITA, que alberga un programa dedicado a la investigación de la industria alimentaria, obra del arquitecto Patrick Arotcharen.
El edificio, que se sitúa entre otras dos edificaciones, se integra en el lugar sin entrar en conflicto con las preexistenciasgracias a una geometría de gran sencillez y rotundidad, caracterizada por poligonales quebradas que configuran tanto la planta del edificio como sus alzados y secciones.
El juego de líneas de la arquitectura, junto al tratamiento del plano del suelo, con senderos que rodean al edificio y lo conectan con las edificaciones vecinas, combinando pavimentos vegetales con planos duros de hormigón, colaboran en la creación de un espacio dinámico y fluido.
Una rasgadura en la piel de la fachada norte marca el acceso, situado en la esquina.
El instituto consta de dos volúmenes diferenciados. El volumen principal, situado al norte, consta de PB + 2, y alberga la mayor parte del programa, tanto el hall de acceso como las aulas, el laboratorio y restantes dependencias.
La planta baja de este volumen aumenta su altura libre enterrándose ligeramente en el terreno, para dar acceso al pequeño auditorio que se encuentra situado en el volumen sur, creando un espacio polivalente de transición entre ellos, diáfano y abierto, para adaptarse a los múltiples usos.
El auditorio aprovecha el desnivel del suelo para disponer un graderío a modo de anfiteatro. Así mismo, se cubre con una cubierta verde que se inclina y vuela hacia el sur, creando un porque cubierto para la segunda entrada del edificio, que da acceso directo al auditorio, y queda suspendida sobre el cerramiento de vidrio que materializa la parte superior del muro de contención, confiriéndole una sensación de ligereza e ingravidez.
Los acabados interiores son neutros y cálidos, predominando la madera y el hormigón visto. El grado de detalle es máximo, alcanzando incluso el mobiliario exclusivo.
La envolvente del edificio evoca los bosques cercanos, creando una metáfora material con las lamas de madera verticales que recorren todo el perímetro de la fachada. La separación entre las lamas permite adaptar la entrada de luz según la orientación, ejerciendo de tamiz.
En la fachada sur, la madera se distancia para albergar otro sistema de lamas horizontales de chapa metálica, que se pliegan sobre sí mismas, creando una doble piel que ejerce de filtro para la luz y el aire. Esta medida, combinada con la inercia térmica del propio edificio, el aislamiento dispuesto en el cerramiento opaco y los acristalamientos de baja emisividad utilizados, mejoran la eficiencia energética del edificio.
Imágenes: https://arotcharen-architecte.fr/