Kōwhai House es la residencia Passivhauss del arquitecto Rafe MacLean en Wanaka, una ciudad de clima extremo de la Isla Sur de Nueva Zelanda.
La vivienda ocupa una compleja parcela en ladera con acusada pendiente, a la cual el arquitecto se enfrenta diseñando una casa a modo de cabaña en el árbol, apoyada en una estructura metálica que descansa en la ladera, aprovechando las privilegiadas vistas hacia Leith Stream.
Una de las premisas del diseño es la eficiencia energética, por lo que se opta por un volumen sencillo, compacto, que minimiza la superficie de la envolvente para con ello reducir las pérdidas energéticas.
La vivienda, de dos alturas, cuenta con una planta rectangular de 70 m2 construidos cada una.
En el nivel inferior se encuentran los espacios de día, concebidos como estancias diáfanas de gran altura libre gracias a la decisión de prescindir del falso techo en una mayor parte de la planta, dejando vista la estructura de madera y acero de los forjados, que se convierten en un elemento decorativo del espacio.
Tan sólo una banda paralela a la fachada dispone de un falso techo amarillo tras el cual se ocultan las principales instalaciones de la vivienda. Su color, presente también en las carpinterías tanto exteriores como interiores, es un guiño a la naturaleza circundante, reproduciendo el color de la flor del árbol autóctono que da nombre a la casa, presente en las inmediaciones.
Las principales estancias, el salón comedor cocina, disfrutan de las vistas del entorno enmarcadas a través de grandes ventanales.
Los 3 dormitorios que albergan a los cuatro miembros de la familia se encuentran en la planta superior, que aprovecha al máximo la superficie disponible gracias a la elevación del faldón de la cubierta a dos aguas situada sobre ellos, permitiendo disponer las camas elevadas sobre una subestructura, bajo el espacio abuhardillado generado.
La planta superior cuenta con zonas de trabajo que descomprimen el espacio del corredor, situadas en ensanchamientos del mismo, minimizando los espacios sin uso de la vivienda.
La casa destaca, además de por su sencillez volumétrica, por el cuidado tratamiento de los materiales escogidos para su construcción. La piel exterior la compone una chapa metálica grecada, cuya monotonía se rompe tan sólo por las alegres carpinterías amarillas de los huecos y la original marquesina que marca el acceso a la donde la frialdad del metal se combina con la amabilidad de la madera, que indica el paso al cálido interior.
Esta envolvente está fuertemente aislada, integrando paneles de gran eficiencia en el alma del cerramiento, acabado por su parte interior con tableros de madera contrachapada de pino totalmente desnudos, y ventanas de triple acristalamiento.
La madera no sólo es la protagonista de la cara interna del cerramiento, sino también de la cubierta y de los elementos de compartimentación interior, al igual que de la escalera lineal que comunica ambos niveles.
El diseño Passivhauss, sumado a un sistema de ventilación con recuperación de calor, permite mantener la temperatura confortable durante todo el año, minimizando la demanda energética de la vivienda a pesar del clima extremo.
El control de la temperatura y humedad ambiental no sólo mejora el confort, sino la calidad de vida y la salud de algunos miembros de la familia, con problemas de asma derivados de procesos alérgicos, sumamente sensibles a la temperatura y humedad.
Imágenes de Simon Devitt