El arquitecto alicantino Javier García Solera cuenta desde finales del 2016 con una nueva obra en Torrevieja, el Museo de Semana Santa, edificio destinado a albergar el patrimonio religioso de la ciudad, así como otras dependencias municipales.
El edificio, que cuenta con 3 plantas de sótano y 6 sobre rasante, se encuentra en la Avenida de las Habaneras, junto al Palacio de Justicia, en una estrecha parcela entre medianeras, de la que el arquitecto ha sabido sacar el mejor partido.
La fachada principal, con orientación sur, se materializa con una doble piel, compuesta por lamas metálicas verticales en el exterior entre bastidores que marcan cada uno de los niveles, las cuales mantienen un ritmo contante en las 5 plantas superiores, con una reducida equidistancia, y una segunda piel que combina láminas de vidrio con paneles opacos. En la planta primera una gran lámina de vidrio marca la posición de la cafetería y su permeabilidad hacia la vía pública, mientras que en el resto de la fachada, la alternancia de paneles crea una imagen nocturna exterior que, según el arquitecto, pretende evocar la procesión de cirios típicos de la Semana Santa.
El edificio vuela en planta baja, marcando el acceso y creando una plaza cubierta como transición entre lo público y lo privado, dividido por un cerramiento de vidrio con múltiples puertas de acceso.
La fachada trasera, de servicio, está contenida en un único plano, y en ella destaca el zócalo de doble altura con un gran portón para el acceso de los tronos. Desaparece en ella el sistema de lamas verticales, pero mantiene un sistema de huecos similar a la fachada principal, intercalando entre ellos una chapa metálica grecada.
Las plantas de sótano están destinadas a almacenaje e instalaciones, destacando la disposición de un salón de actos con capacidad para 250 personas en el primer nivel bajo rasante.
La planta baja se ocupa con el hall que comunica con el acceso principal, donde se ubican los espacios de recepción y espera, y un espacio a doble altura comunicado con la calle de servicio, destinado a los ensayos de los costaleros y a la preparación y montaje de los tronos durante las festividades de Semana Santa. Su doble altura permite establecer una conexión visual con la cafetería de la primera planta, desde la cual puede observarse este espacio a modo expositivo.
Las plantas superiores se destinan a espacios expositivos, administrativos y de dirección. Se establecen conexiones visuales entre los distintos niveles gracias a la disposición de patios interiores longitudinales a modo de prismas de vidrio que atraviesan diversas plantas, enriqueciendo la calidad espacial de los mismos. El mismo efecto consiguen las escaleras lineales de tramos rectos.
La materialidad de los interiores, el hormigón, la madera, etc., crean un ambiente neutro a la vez que cálido, característico de la arquitectura de García Solera, que se combina con los juegos creados por una original iluminación.
Fotografía: David Frutos
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