Macha Village Center es un ejemplo de puesta en valor de uno de los sistemas constructivos tradicionales de uso más extendido en la práctica totalidad del planeta, la construcción con tierra apisonada
Este sistema ha sido utilizado desde hace miles de años en la construcción. Actualmente, más de 60 millones de personas en China viven aún en viviendas tradicionales de tierra apisonada. Su uso, relacionado con la construcción de instalaciones agrícolas y viviendas de gente con pocos recursos económicos, la ha hecho perder su valor en las últimas décadas.
En 2011, un equipo de investigación, con la autorización del Ministerio de Vivienda y Desarrollo Urbano-Rural de China (MOHURD), inició un proyecto para poner en valor esta tipología de arquitectura tradicional en el pueblo de Macha, en el condado de Huining, provincia de Gansu, que había experimentado un notable descenso de población que lo situaba en riesgo de total abandono.
A finales de 2013, One Earth Architecture se hizo cargo de un subproyecto de centro comunitario en la aldea, ocupando un terreno baldío en ladera, de 648 m² y con una pendiente de 20º, pero con unas excepcionales vistas del valle en dirección este.
El proyecto se organiza en torno a un gran patio central exterior, como la hacen las viviendas tradicionales locales, disponiendo de cuatro construcciones independientes, de dimensiones y alturas variadas, ubicadas en tres bancadas a diferentes niveles, que albergan: una biblioteca, con una sala plurifuncional de mayor dimensión y una de lectura más recogida; una pequeña tienda; una enfermería; y una guardería, que incluye una cocina de servicio, un patio de arena y un graderío que vuelca hacia un pequeño escenario.
La concepción y disposición de las edificaciones garantizan en todas ellas unas buenas vistas hacia el valle, la posibilidad de captar luz natural desde todas sus fachadas, ventilación cruzada en verano y protección contra el viento frío en invierno.
Los huecos practicados en la fachada tienen diferentes cortes, desde grandes ventanales hasta pequeños orificios circulares que crean juegos de luz en el interior y se convierten en el foco de atención para los usuarios más pequeños.
El gran patio exterior se convierte en otro espacio de vital importancia dentro del conjunto, invitando al usuario al disfrute del mismo, dando cabida a una gran diversidad de actividades celebradas al aire libre, mientras se disfruta de las vistas del valle.
Todo el conjunto fue construido con sistemas constructivos tradicionales, utilizando materiales locales como la tierra de los gruesos muros de tapial, la madera de las carpinterías o el cañizo de los techos, reservando el uso de hormigón para las cimentaciones y elementos puntuales de la estructura, o el acero para las cubiertas.
Los muros de tierra, de 0,5 m de espesor, no sólo proporcionan una gran inercia térmica y regulan la humedad de los espacios interiores, sino que, gracias al tratamiento hidrófugo externo, caracterizan la estética exterior del conjunto, quedando el material visto por sus dos caras, integrando el conjunto en el paisaje local de forma natural.
Además de la eficiencia garantizada por la construcción de tierra, el edificio imita también las construcciones locales para luchar contra el problema de la extrema escasez de recursos hídricos, disponiendo un sistema de recogida de agua de lluvia en todas sus cubiertas y explanadas, que se almacena en una gran cisterna en el perímetro del patio.
A su vez, se aprovecha el recurso eólico del valle, disponiendo un sistema de turbinas eólicas capaces de cubrir parte de la demanda eléctrica diaria.
La ejecución material del proyecto, con el apoyo de la Fundación Benéfica Wu Zhi Qiao, fue llevada a cabo por un conjunto de aldeanos locales, con el apoyo de más de 80 estudiantes voluntarios que participaron en dos talleres de verano. El centro se inauguró en abril de 2016, con algunas mejoras que se extendieron hasta abril de 2017.