Entrevistamos en exclusiva en nuestro Ciclo de Entrevistas al estudio de arquitectura Taller Básico que nos presenta uno de sus proyectos más peculiares: Casa para un hombre y un árbol
¿Cómo fueron los inicios antes de crear su propio estudio de arquitectura? ¿Han colaborado con algún estudio de arquitectura importante?
Javier Pérez y Javier Quintana trabajamos primero con profesores de la Escuela de Navarra, a la vez que iniciábamos de forma separada nuestra propia andadura personal. Javier Pérez Herreras ya había ganado el concurso para el Parlamento de Navarra y la sede del Colegio de Arquitectos en Pamplona. Pero había algo que nos unía: nuestras tesis doctorales. Fue Miguel Ángel Alonso del Val, el director de ambos, quien anudó nuestros caminos con el concurso y proyecto de la sede de Ericsson en Zamudio. Ahí nació Taller Básico de Arquitectura.
¿Cómo definiríais vuestra arquitectura? ¿Existe una cualidad común que la identifica?
Ambicionamos una arquitectura clara y sencilla, que explora la contemporaneidad como un proceso transformador. Construir hoy significa, en nuestra opinión, descubrir una realidad que no es la que recibimos. Nuestra arquitectura se olvida entonces de lenguajes y formas para buscar un necesario origen. Surgen entonces elementos comunes y nucleares en nuestros proyectos: la estructura y el aire.
¿Puede contarnos alguna anécdota sobre el proyecto Casa para un hombre y un árbol?
La casa para un hombre y un árbol fue un proyecto, pese a lo pequeña que es, muy largo en el tiempo. Más de dos años. El cliente, un buen amigo, insistía sobre la necesidad de construir una casita de invitados en un jardín también muy pequeño. Nuestra respuesta, después de muchos dibujos, era siempre que no había lugar para aquella casita. Y que por tanto el proyecto era imposible, incluso innecesario. El jardín lo ocupaba un precioso olivo. Pero nuestro amigo no cesó en su intención, es aragonés… Un día, en uno de los muchos cafés a los que nos invitaba en su pequeño jardín para convencernos de la posibilidad de aquella casita nos dimos cuenta que la casa no era sólo para un hombre, sino que era para un hombre y aquel olivo. La casa era el jardín y nuestra arquitectura una nueva valla.
Casa para un hombre y un árbol
Nos pidieron una casa en el jardín. Una casa pequeña. Una casa de dos habitaciones: una para el invitado y otra para el árbol de su pequeño jardín. La casa será un lugar abierto, al cielo y aquel jardín.
Tubos metálicos, pintados de blanco, hacen visible la transparencia abierta de ambas habitaciones. Los primeros apuntan la habitación del árbol hacia el cielo. Los segundos se pliegan, para descubrir desde la habitación de su invitado aquel jardín.
La cerca como habitación
Esta casa pequeña está situada al final de uno de los jardines de las Casas para Profesores de la UPNa. En el jardín hay un gran árbol: un viejo olivo. El jardín es también pequeño, no parece posible construir algo en su interior. Decidimos entonces convertir el jardín en aquella nueva casa y la casa en un jardín. De esta forma, la casa pasó a tener dos habitantes: el invitado y el árbol.
La identificación de casa y jardín dirige nuestra mirada a la cerca, el único elemento construido. Transformamos una simple malla de torsión en una cerca hecha de tubos metálicos. Su color blanco muestra a los tubos como las líneas más visibles de un lugar, pintado con todos los verdes de la naturaleza que le rodea. Esta nueva cerca se transforma en un muro de anatomía alámbrica.
A la entrada del jardín la nueva cerca recuerda el límite con los otros jardines, construyendo con él la habitación del árbol. Es ésta una habitación abierta al cielo y a su derredor. Al fondo del jardín, la cerca se pliega para lograr la habitación destinada al hombre. Ésta queda abierta al mismo jardín, ahora la habitación del árbol. La cerca vuela y sobrepasa la cubierta de esta habitación, disolviendo su límite y su presencia. La casa desaparece como arquitectura, para descubrirse como una nueva cerca que da habitación a un hombre y un árbol.
A la hora de relacionaros con las empresas, ¿Qué nivel de acuerdo existe entre las propuestas iniciales y los resultados? ¿Han funcionado correctamente las primeras hipótesis o es la empresa la que os aporta la solución óptima?
La relación con las empresas es siempre un momento de aprendizaje. El paso del mundo de las ideas a la materialización de éstas convierte a las empresas, también, en actores y autores de aquellas ideas. Conscientes de ello, son muchas las empresas que se han preocupado por implantar procesos de trabajo e investigación conjunta en los procesos previos y durante la obra. Son estas empresas, en nuestra opinión, el futuro de la construcción en España.
¿Cuál es el último proyecto en el que estáis trabajando?
Nuestro último proyecto es siempre un nuevo concurso. Sobre ellos hemos cimentado nuestra obra. Esta modalidad de concurso es el que ha permitido hacer de España la cuna de una arquitectura admirada en el resto del mundo. Nos parece importante recordar la importancia de cuidar esta forma de gestionar la obra pública.
¿Qué opinión tiene sobre nuestra plataforma arquitecturayempresa?
Estupenda. La arquitectura, entendida como hecho construido, es el resultado de empresas humanas y profesionales que unen sus esfuerzos y ambiciones. La plataforma arquitectura y empresa ayudan a ejemplificar formas de relación y trabajo conjunto que permiten soñar nuevas y mejores arquitecturas.
Fotografías de Pedro Pegenaute