Esta singular vivienda unifamiliar, ubicada en Sangenjo, Pontevedra, es uno de los últimos proyectos de los arquitectos gallegos Ismael Ameneiros y Santiago Rey, en la que muestran de nuevo un fuerte compromiso con el lugar y con los materiales utilizados, premisas constantes en su arquitectura.
La vivienda consta de dos plantas. En planta baja se ubica la zona de noche, con tres dormitorios y dos baños, que se disponen en cabinas que comunican una con el dormitorio principal y la otra con la zona común, dando servicio a las otras dos habitaciones. La curvas sinuosas que definen los tabiques hacen que el espacio fluya, disminuyendo la rigidez de la distribución.
Las particiones rectilíneas son móviles, permitiendo una mayor conexión entre los dormitorios, simulando la sensación de espacio diáfano. El aprovechamiento del espacio bajo la escalera permite aumentar la zona de almacenamiento.
En la planta superior se dispone la zona de día, permitiendo, debido a su posición elevada, el disfrute de las vistas lejanas con la abertura en fachada de amplios huecos de ventana que enmarcan el paisaje.
Se trata de un espacio prácticamente diáfano, en el que tan solo el aseo y la cocina quedan mínimamente ocultos por un tabique.
La terraza al aire libre es uno de los puntos clave, concebida como una extensión y ampliación del salón interior mediante su total conexión visual.
Desde ella, se puede disfrutar nuevamente de las vistas, protegidos del soleamiento por una original y ligera cubierta de cañizo.
Una de las características de la arquitectura de Ameneiros Rey | HH es la sinceridad constructiva de sus proyectos, tanto en la concepción de la envolvente como en los acabados interiores. La fachada se materializa con una fábrica de bloque de hormigón visto, de color blanco y textura rayada. Una segunda piel conformada por un conjunto de tableros de madera dispuestos en sentido vertical, crea un remate superior a modo de "capuchón", que proporciona ritmo a la fachada al variar su longitud y contrasta con el blanco de la fábrica rompiendo la monotonía. Los mismos tonos, blanco y roble, predominan en el interior en particiones y carpinterías, creando junto al hormigón visto de la estructura y los pavimentos, un acabado neutro y fresco.
El punto de color lo dan los elementos metálicos de protección, las barandillas tubulares tanto del hueco de escalera como de la terraza de la segunda planta, mismo azul que se repite en algunas luminarias y elementos de mobiliario interior.
Imágenes: Sántos-DíezꟾBISimages
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